13 de noviembre de 2010
Atardecer...
Ese día, Guillermo había tenido un mal día. Su padre le había reñido, en el colegio no había hecho las tareas y por si fuera poco, se había enfadado con su mejor amigo por un falso rumor. Sí, ese día era malo. Pero al atardecer, cuando todavía tenía lágrimas en los ojos, alzó la vista y vio la hermosa puesta de Sol. Y se dio cuenta de que era afortunado simplemente por el hecho de vivir, por comer o por no pasar frío y que mañana podía arregarlo todo.
Así que dio gracias a Dios y se durmió siendo feliz.
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