Cuaresma 2011

Cuaresma 2011
Boletín de actos públicos de las cofradías de Cáceres.

3 de abril de 2011

Cruz y rosario


Cera e incienso, terciopelo y clavel, tambor y corneta......
No aguanto más, mi corazón bombea sangre por todo el cuerpo a un ritmo frenético. Todo el día de allí para allá con marchas y saetas, con imágenes en la cabeza, de Cristo y la Virgen, que impiden que me concentre en los estudios. Voy contando los días, ¡menos de un mes, menos de dos semanas! Pero todo está pasando muy deprisa y tengo miedo, tengo miedo de que se acabe y esperar otro año más.
Pero como dicen por ahí: "hay que disfrutá".
Disfrutar de ese olor a incienso que se mete por la garganta y te hace toser, disfrutar de esa vela que debe consumirse para crear el moco que imita a la belleza de las grutas y cavernas.
Pero como un buen amigo mío dice, Jose, el cofrade es cofrade todos y cada uno de los días del año y no sólo disfruta al ver una procesión, escuchar una marcha y ver un altar. El cofrade disfruta siendo cargador o costalero de las penas de los demás, siendo acólito de otros para ofrecerles tiempo y recursos, como si de incienso se tratase, a los necesitados. El cofrade mira a Cristo, bajo la advocación que sea, en todas las personas del mundo. El verdadero cofrade sabe descubrir a la Virgen María en esa madre que se desvive por sus hijos, en esa que sufre tanto por ver cómo sus propios hijos se matan entre ellos, cómo unos se gastan el dinero en joyas y otros son víctimas del hambre.
Pero el verdadero cofrade tampoco se deprime. Sabe que Cristo resucitará el último día y por eso vive con ESPERANZA, FE Y CARIDAD para dar a conocer su alegría por tantos y tantas que construyen un mundo mejor. Por tantos corazones que forman parte del tapiz de claveles de ese Calvario de Salvación.
Por eso el cofrade de verdad se derrumba ante su imagen querida, se le cargan los ojos al ver a la efigie sagrada que cada Semana Santa lleva y mece por las calles de su ciudad. Pero el verdadero cofrade támbién se desvive por los que le rodean, no escatima en tiempo para dedicarlo a los demás. El verdadero cofrade vive entre los demás sin perjudicar a sus hermanos y siendo justo y benevolente.
En definitiva, cuando veamos un tapiz de claveles, unas velas blancas, un manto sobre cabezas de personas, o un tambor que vibra indicando el ritmo del paso de los costaleros, recordemos a todos esos hermanos nuestros que sufren.

1 comentario:

  1. Es curioso comprobar como, a pesar de la distancia geográfica que nos separa, y de las diferencias en las denominaciones (aquí hablamos papones y braceros), las sensaciones y el sentimiento que nos produce la cercanía de nuestra Semana Mayor es el mismo.

    Un fuerte abrazo en Jesús Nazareno y su Santísima Madre desde León.

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